María Dolores Llanes, licenciada en Ciencias Químicas, fue una de las impulsoras de la creación de ATC y ha trabajado en empresas tan míticas como Zircolor, Saloni y finalmente en Rocersa, empresa en la que ejerció como Jefa de laboratorio y para la que ganó 6 Alfas de Oro (1991, 1993, 2000, 2002 y 2003) gracias a desarrollos tan innovadores como la aplicación de la cogeneración, reutilización de los fangos de esmaltados en las líneas de producción, el gres porcelánico con soporte de pasta roja o, entre otros, la valorización de de residuos en la desarrollo de baldosas de pasta roja.
La mujer que puso la innovación en otra dimensión
- Usted es licenciada en Ciencias Químicas por la Universidad de Valencia ¿Cómo llegó usted al sector cerámico?
Mi padre que me marcó mucho sin darme yo cuenta el camino a seguir… Yo siempre he sido muy disciplinada para todo. Mi padre, que estaba en la delegación de Industria, conocía el mundo cerámico, y vio que en la cerámica había empresarios que se movían mucho y que era un campo bueno. Entonces, él, que siempre iba por delante, cuando acabé el primer curso, me dijo: “¿Quieres ir a una empresa, ver cómo es por dentro, cómo es una empresa, ver si te gusta, porque en el futuro nunca se sabe.… A mí me pareció bien, y empecé a ir pues quince días o tres semanas a una empresa de Onda que se llamaba Sav. El técnico era Filippo Doppioni, uno de los primeros que vinieron de Italia. Era una persona muy amable, muy colaborador y me dejaba funcionar por la empresa, y enterarme de todo. Eso fue el primer año.
El segundo y tercer año de carrera recalé en Ferro Enamel. Iba al laboratorio de análisis con Lucina Urios, una chica encantadora que era perito químico, que me enseñó mucho. También me gustó la parte de los esmaltes. Los comerciales, eran dos personas que han sido muy relevantes en el sector, José Luis del Río y Vicente Montesinos; y Adolfo Campoy era el jefe técnico. Todos me acogieron muy bien y me dejaban que aprendiera un poco el funcionamiento general de la empresa. Me sentía muy cómoda, me gustó mucho y ya empecé a tener por dentro el gusanillo de las empresas. Yo seguí estudiando cuarto e hice prácticas en Ferro Y cuando estaba haciendo quinto, mi padre me propuso irme a Italia, a especializarte en cerámica. Y así fui a la Escuela Faenza de Cerámica Gaetano Ballardini, y con la suerte de ir becada por la Cámara de Comercio, gracias a Manuel Segarra, que entonces era su presidente.
- Después de su experiencia en Faenza, comenzó a trabajar en Zircolor.
La verdad es que me sorprendió que cuando vine de Faenza, en julio, me salieron ya dos tipos de trabajo en dos empresas del sector. Elegí una de ellas porque no tenía ni carnet ni coche y no podía desplazarme a la otra. Entonces elegí la que estaba más cerca para yo poder desplazarme desde mi casa. Entonces Zircolor estaba por donde está ahora la Ciudad del Transporte, era muy pequeñita. Cuando entré me vino muy bien que la empresa estaba haciendo una instalación nueva y magnífica. El equipo que llevaba la empresa comercial, un gestor y el jefe de laboratorio que era también una persona que me acogió muy bien y me ayudó mucho, se fueron a montar una empresa nueva, al poco tiempo, los tres. Se ve que cuando yo llegué ya se estaba gestando, montaron una fábrica de esmaltes nueva en la zona, y los tres formaban parte o les ofrecieron la opción de formar parte de esa sociedad. Entonces, la empresa no tuvo más remedio que elegirme a mí, no había vuelta de hoja, tampoco había muchas opciones.
Innovar es importante porque es ir un poquito más allá
- ¿En qué ponía el acento a la hora de investigar?
Buscábamos el porqué se creaban problemas, el porqué había problemas, en una frita, en la reacción de un color. Porque entonces, cuando yo llegué, los trabajadores mezclaban unos productos, y luego lo ponías en el horno y salía otro producto. Entonces, yo quise averigiuar por qué esos productos reaccionaban y cuál era el resultado final, qué estructura tenía y qué problemas podían crear. Lo primero que hice fue ponerme en contacto con todos los proveedores de materias primas, que en aquella época, estaban prácticamente todos fuera de la zona, pero tenían comerciales muy inquietos y muy bien formados. Entonces, cuando te veían con la necesidad de tener una información, te traían al técnico de su central. Los del silicatos de zirconio venían de Inglaterra y te explicaban qué tenías que hacer… Yo no sabía por qué se compraba el silicato de zirconio con grado 5, grado 5 micras. Entonces te explicaban, y yo luego lo aplicaba a la producción. Buscaba todo tipo de silicato de zirconio, por ejemplo, y hacía pruebas en el laboratorio en hornos pequeños. Empecé a analizar todas las materias primas para saber cuál era la óptima según las condiciones.
- ¿Tuvo problemas por ser mujer?
Yo no he tenido problemas, a pesar de ser mujer, no he tenido nunca ningún problema. Y de hecho, yo he estado desplazándome a unas empresas, por ejemplo, de Alemania y de Holanda a dar apoyo a la gente que compraba los esmaltes en Zircolor.
Teníamos sesiones de trabajo. Te preparaban ellos una sesión técnica, preparaban todos los problemas que habían tenido con la fabricación de azulejos, para que tú se lo comentaras… A lo mejor era una burbujita, una mancha verde, que podía ser una contaminación… te decían “¿esto puede venir del esmalte o viene del proceso?”. Tú explicabas tu versión para que ellos pudieran avanzar. Entonces, con los clientes también tenía muy buena relación.
Incluso vendíamos a una empresa de Marruecos, que pedía que yo fuera de vez en cuando. Marruecos es una zona que en aquella época, en los años 70, no estaba nada avanzada. La empresa asumía, porque podía haber ido un chico, que fuera yo. Venían a buscarme una persona y el gerente me guardaba el pasaporte, me llevaba a un hotel y me decían: “Tú no puedes salir sola para nada. Nosotros te llevaremos a la empresa, y te traeremos, cualquier cosa que necesites nos la pides”. Había allí un chico de ayudante, que cuando yo llegué, lo sacaron del laboratorio y me subieron una chica de producción para que tuviera una ayudante chica. Problemas de ellos, no míos. Les parecía más correcto que siendo yo mujer, mi ayudante también lo fuera.
- ¿Nunca se ha sentido discriminada en su trabajo por ser mujer?
Ni discriminación ni acoso. Nada. Me han respetado muchísimo, han respetado mis opiniones igual que las suyas, he viajado con muchísima gente y nunca he tenido problemas. Lo único curioso que me pasó fue en una empresa de un país centroamericano. Yo era soltera y el director de la empresa, me buscó a un ingeniero soltero de allí para ver si yo me quería casar con él. Porque así me quedaba a vivir allí, pero todo con mucho respeto. Me presentaron hasta a la familia del novio, y dije que no, claro.
- ¿Qué le llevó a contribuir a crear ATC?
Surgió de otro foco que había de tecnología en el sector, que era el Colegio de Ingenieros, que apoyaba mucho al sector y montó el laboratorio Sebastián Carpi, cuyo primer director fue Juan José Martínez, un técnico de minas muy inquieto a nivel profesional. Tuve muchas veces que ir al Sebastián Carpi por problemas técnicos que se me planteaban, alguna reclamación que yo veía que del esmalte no era… Yo pensaba que podía ser problema del soporte. Entonces, hablando con Juanjo, debatíamos si el problema podía ser de aquí o podía ser de allá…, Y llamaba a otros técnicos para tratar el problema. Por ejemplo tengo muchos recuerdos de Serafín Tortosa, que era una de las personas que yo consultaba. Otro técnico inquieto era, por ejemplo Rafael Asunción. El foco de Juanjo y del laboratorio Sebastián Carpi fue el inicio de la Asociación Española de Técnicos Cerámicos. Recuerdo un día que fuimos a Morella para pedir apoyo económico a un jefe de la Generalitat Valenciana. Aquello fue el foco de ATC.
- ¿Qué recuerda de aquella primera época de ATC?
La verdad es que tuvimos unos años muy buenos, porque aprendíamos todos mucho y nos tuvimos una amistad que nos hacía evolucionar a todos. Y yo siempre me sentí muy apoyada. Yo, cuando tenía un problema que salía de mi ámbito, tenía un grupo de profesionales, con los que me reunía una vez al mes, y nos planteábamos unos a otros nuestros problemas y dudas. Y en ese núcleo aprendíamos muchísimo. Tanto es así que decidimos hacer un curso de formación en el comparamos la información práctica del trabajo que hacíamos cada día con la información que teníamos de la Universidad. Los empresarios nos apoyaron a la hora de crear ATC. En realidad, todo lo que hacíamos era por defender el interés de tu empresa y que tu trabajo diera dinero a tu empresa.
- ¿Cómo fue el salto desde Zircolor a Saloni y luego a Rocersa?
Cuando tuve mi segundo hijo decidí bajar un poco el ritmo. Yo me veía ya bastante formada y creía que mi formación me podía permitir buscar un trabajo después… Entonces, a los 10 años de carrera, vi que podía hacer un parón laboral y dar un empujón a mi familia, porque un segundo niño era más difícil de gestionar… En aquella época la conciliación era más difícil. Paré tres meses y luego intenté empezar a trabajar otra vez, pero a tiempo parcial. Empecé haciendo un trabajo para una empresa que estaba desarrollando una nueva máquina de cilindros. Estuve un mes yendo y aprendí de un tipo de máquina que yo no conocía y eso me vino muy bien.
El sector cerámico ha sido la vida para mí
Y luego me llamó un técnico de Saloni para empezar a trabajar con ellos. Y le dije: “Mira, empezaré, si puedo hacerlo, a tiempo parcial, por las mañanas, por ejemplo. Si hay algún problema me quedaré en la empresa mientras haga falta. Pero quisiera estar un año o dos a tiempo parcial”. Y a la gerencia de la empresa le pareció bien y empecé a trabajar por las mañanas. Fueron muy profesionales conmigo, me respetaron y si hacía de más, porque yo consideraba que era mi responsabilidad, ellos luego me lo compensaban.
Pude trabajar con ellos a tiempo parcial durante 5 o 6 años y toda la investigación que había hecho la pude aplicar en el azulejo y completé mi formación. Luego por distintas circunstancias cambié de empresa, también trabajando solo mediodía, hasta que yo vi que ya podía trabajar jornada completa, porque vino una época más difícil para el sector, y sin que me dijera nada, empecé a trabajar allí todo el día sin pedir nada a cambio. Ellos también se portaron muy bien conmigo, también lo valoraron muchísimo, y estuve trabajando muy a gusto hasta que decidí dejarlo. Yo siempre he valorado mucho el prestigio personal, que lo anteponía al económico, quizás por la formación que me han dado en mi casa.
- Y se fue del sector…
Me he ido muy contenta. Me han hecho homenajes de despedida, tanto aquí como en Italia, mis jefes y toda la gente con la que yo he tenido contacto. Y me han hecho irme contenta, que es lo que yo quería. Y así acabó mi etapa profesional en el sector, pero eso fue en el 2017.
- ¿Qué es la innovación y por qué es importante innovar?
Innovar es importante porque es ir un poquito más allá. Es ir a por objetivos futuribles que pueden salir bien o pueden salir mal. Y de hecho, algunos no salieron bien. Y otros salieron muy bien. Pero si no vas un poco más allá, no evolucionas. Para evolucionar tienes que estar siempre creciendo. Hay que ir a lo desconocido, a lo nuevo. Que te puede dar beneficios técnicos, económicos, de prestigio o sociales… de cualquier tipo, pero si no vas un paso más allá, esos beneficios no los tienes. Si uno se estanca, al final, no evoluciona. Y las empresas funcionan si evolucionan. Pues tus competidores evolucionan y te pasan por delante. Con lo cual, hay que buscar siempre temas innovadores, arriesgar y jugártela. Unas veces eran de proceso, otras veces de producto, y otras veces, a lo mejor, para obtener más rentabilidad económica, pero siempre que tuvieran un cierto valor añadido que la sociedad lo pudiera captar. Si ese valor añadido no se capta, no sirve. Todo lo que no se capta, luego, o no se comunica, no sirve, para que tenga valor añadido.
- ¿El sector cerámico en aquel momento, era innovador?
Había gente innovadora. Pero también había gente que le daba un poco de miedo el riesgo. Había como dos capas de empresas. Una que les gustaba la innovación y otras que les gustaba ir un paso detrás de la innovación, que sacaban a lo mejor más beneficios. O sea, veían el que había innovado, veían si esa innovación funcionaba, al poco tiempo cogían ese camino y lo explotaban. O sea, una modernización como si dijéramos. No innovar, era modernizar, que también era válido. Si una empresa no tiene dentro la estructura o la capacidad de innovar, es bueno estar al día del que innovaba, y modernizarse.
- El factor riesgo…
Sí, yo también innovaba pero también estaba pendiente de lo que innovaban los demás. Tú innovabas en un campo, y estabas muy atenta a lo que innovaban los demás. Y decías, han cogido aquel campo, que yo no lo he tocado, pero lo voy a seguir también, a ver si funciona, y voy a cogerlo también. Porque no hay que despreciar ningún trabajo de nadie. Todo el mundo es capaz de hacer algo bueno. Tú coges un camino innovador y tienes que estar muy atenta a lo que los demás innovan, y seguirlo y aplicarlo si es preciso. Entonces, había varios tipos de empresa. Y todas eran válidas, porque todas avanzaban, cada una desde donde estaba daba un paso adelante. Y eso era lo bueno en aquella época.
- ¿Algo que se le haya quedado por hacer dentro del sector cerámico?
Mucho. Yo hubiera hecho muchas más cosas. Me han faltado manos, horas y dinero. No me aburría. El sector cerámico ha sido la vida para mí.