Los combustibles fósiles y la energía nuclear están denostados socialmente. El gas y por ende la energía eléctrica, se debaten en el devenir de los conflictos bélicos internacionales como moneda de cambio. Y, las nuevas (y las no tan nuevas) energías, como la solar, la eólica y el hidrógeno verde, no son todavía alternativa para nuestro sistema productivo y ciudadano.
El respeto y cuidado del planeta será crucial para que nuestro futuro sea digno y sostenible. En nuestras decisiones anida la preservación del medio ambiente y el medio humano que ahora conocemos. Las decisiones, por tanto, no son baladís.