Explora cómo la digitalización está revolucionando nuestro estilo de vida y la forma en que trabajamos.
Toda mi vida consciente, desde que empecé a creer que estaba aprendiendo cosas que iban a cambiar mi futuro, he estado enfermo de tecnofilia y trastornos astronáuticos.
En esos delirios la palabra digital frente a lo analógico daban sentido a una simplificación básica de lo que yo creía que era tecnología.
Y parece mentira, pero no fue hasta hace 2 o 3 años (que para mis casi 55… ya está bien) cuando he creído entender qué es eso tan manido de la digitalización.
Sin chistes fáciles… digitalizar es aplicar tecnología para mejorar la eficiencia de los procesos y/o la calidad de vida de las personas.
Casi todos los homínidos ya no nos sorprendemos cuando nos hablan de mejora de procesos IT en las tareas de gestión administrativa y control de las finanzas de las empresas y, aunque no tan extendido, tampoco lo hacemos cuando nos hablan de Industria 4.0 (ya nos venden las máquinas con esa capa de “inteligencia” incluida casi sin darnos cuenta).
Y más allá, en la empresa e incluso en nuestras casas, dispositivos y ayudas basadas en IOT (Internet de las cosas) forman parte de nuestro día a día sin estridencias y casi sin maravillarnos, como no parábamos de hacer antes.
Y en éstas, después de algunos movimientos especulativos de metaversos diversos… llegaron (de forma consciente, porque hace tiempo que estaban ahí), las IA ‘s.
No voy a mencionar nada de eso, unas pocas empresas del sector sintieron las IA’s como parte de su ADN desde un principio sufriendo la diáspora de los pioneros, el resto nos va a trasladar sus procesos diseñados con IA con naturalidad, formando parte integrada de su oferta y será para mejor… sobre todo para los que entiendan sus ventajas competitivas y no se conformen con la oferta estándar… esto va en serio.
Mientras escribo ésto, al lado de mi cursor, un simpático icono me está ofreciendo su ayuda incansable (continuar el texto por mi, buscar imágenes relacionadas, cambiar el formato del documento, y casi me cuesta un pequeño esfuerzo renunciar a tanta amabilidad).
Esto es casi nada… pero sí que hay temas que me inquietan más y todavía me maravillan.
Desde siempre intentamos aunar progreso tecnológico, con las necesidades no resueltas de las empresas y los vacíos de percepción que el progreso está provocando en nuestros clientes.
Y todo ello intentando encontrar soluciones a la insostenibilidad de alguna de nuestras prácticas. Me refiero a la forma de exponer y comercializar los productos cerámicos.
Una oferta cada vez más sofisticada y, por qué no decirlo, homogénea donde la única diferenciación (más allá del precio que ya toca mínimos) es la forma de presentar el producto y la fiabilidad o satisfacción que provoca el reconocimiento de marca que muy pocos tienen.
Los formatos gigantes, los costes y fragilidad del transporte y el imparable crecimiento del valor del espacio expositivo nos obligan a reflexionar sobre posibles soluciones para mitigar estas problemáticas.
Y llegados a este punto… ¿Sería posible digitalizar algo de ésto?
Hace ya tiempo que, con resultados diversos, aplicamos las posibilidades del modelado de espacios en 3D utilizando texturas cerámicas con calidad fotorealista… hoy casi es una obligación.
Además la irrupción de dispositivos móviles cada vez más potentes hacen que podamos apreciar simulaciones de una especie de realidad aumentada al superponer nuestros productos sobre fotos reales del entorno. Estas propuestas de realidad híbrida ya son muy interesantes e irán a mejor.
Incluso en Cersaie 2023 se anunciaba como una gran empresa del sector abandonaba por fin los catálogos en papel y se volvía digital… ¿podrá mantener su propósito?¿cuantas le seguirán?
No obstante creo que deberíamos ir un poco más allá. Tradicionalmente asociamos la digitalización del catálogo a convertir nuestros catálogos de papel en soporte informático… pero solo lo hacemos con la información visual o documental que mostramos.
¿Qué pasa con el resto de atributos que transmite mi producto o mi marca?
Y todo lo anterior se une con otra disonancia que resulta particularmente perversa en nuestro sector.
Las inversiones en showrooms, exposiciones en ferias y corners en casa de nuestros distribuidores son grandiosas (muy por encima de sectores afines o muy diferentes). Y casi siempre, estas inversiones se ciñen a entregar materiales y a propuestas estéticas efímeras: ambientes, expositores, etc. que no dejan de ser un muestrario más de producto muchas veces descontextualizado.
Y aun así, resulta evidente que en el mundo corporativo, la integración de tecnología ambiental como pantallas, iluminación inteligente, estímulos sensoriales e información, se ha convertido en un desafío cada vez mayor para los arquitectos e interioristas. Frente a la escalada digital, se ha detectado una creciente demanda de conexión emocional (y sensorial) entre las personas y las marcas como vector de diferenciación en su imagen y oferta de productos y servicios.
Para abordar estos desafíos, hemos empezado a ver innovaciones que van más allá de la exposición tradicional algunos “believers” empiezan a incluir soluciones que Digitalizan lo improbable… lo vimos en CERSAIE y ya en algunos showrooms. Tienen nombres ostentosos, pero en el fondo buscan lo mismo, digitalizar los espacios y hacerlos más racionales.
Moodplace, un Moodboard multisensorial que evoluciona los espacios expositivos y donde la cerámica se renueva solo en parte pero sí que lo hace digitalmente todo el marco que la acompaña y la inspiración que ayudó a diseñarla. Una Ceramoteca Híbrida, una solución integral para presentar productos a los clientes en formato presencial, virtual o híbrido.
Y como para la digitalización sostenible del espacio hemos podido ver el sistema SISH, una plataforma todo en uno que conecta el producto real con su presentación digital (sin importar el formato… si.. también para las láminas gigantes) y lo acompaña con el control del resto de atributos sensoriales de la exposición (iluminación, pantallas, aromas, sonidos) que interaccionan con el cliente buscando una mayor conexión emocional con sus sentidos.
Estas soluciones van a permitir crear experiencias multisensoriales personalizadas, con un desarrollo racional y sostenible del espacio y los recursos. Serán una oportunidad interesante para mejorar la conexión emocional y sensorial entre los clientes y las marcas.
Nosotros ahora y las nuevas generaciones piensan de este modo… como para ignorarlo.