Exploraremos la fusión de tradición y arte en la cocción cerámica contemporánea.
Aunque desde el punto de vista de la industria cerámica actual, la cocción con hornos de leña parece algo del pasado, lo cierto es que en el campo de la cerámica artística contemporánea se trata de una técnica muy viva y respetada. Una buena prueba de ello son los numerosos congresos dedicados a la cocción con leña celebrados regularmente en Estados Unidos y Australia; las tres ediciones de la “European Conference of Wood-firing” celebradas en Bröllin (Alemania), Skaelskor (Dinamarca y La Borne (Francia); las numerosas webs dedicadas a los “woodfirers”; las publicaciones; la presencia viva de la cocción con leña en redes sociales y, sobre todo, la gran cantidad de ceramistas que, en todo el planeta, optan por esta técnica de cocción.
Los antecedentes de la cocción con leña se hunden, lógicamente, en la historia de la humanidad, desde el neolítico a nuestros días, desde la cocción en pozo, los hornos de tiro directo íberos, griegos, romanos y árabes, hornos para porcelana, los hornos de ladera, los orientales “anagama” y “noborigama” y un largo etc. Cuando hablamos de cocción con leña en nuestro entorno, es inevitable recordar los viejos hornos morunos, que hasta mitad del siglo pasado aún estuvieron operativos en muchas empresas. Esta tradición y muchos de estos diseños han sido reinterpretados en la actualidad por ceramistas actuales dando lugar a una gran variedad de hornos diseñados según los productos, necesidades y condicionantes de cada ceramista, como, entre otros, los hornos smokeless popularizados en nuestro país por el ceramista japonés recientemente fallecido Masakazu Kusakabe del que tenemos en Vila-real una magnífica muestra (imagen), los hornos culebra, los de tiro invertido para alta temperatura y tantos otros. Paralelamente a este interés por la cocción con leña, algunas publicaciones han sentado las bases prácticas para el diseño y construcción de estos hornos, destacando especialmente los verdaderos libros de cabecera de muchos “woodfirers” como “Hornos para ceramistas” de Daniel Rhodes, (Ediciones CEAC, 1987) o “The kiln book” de Frederick L. Olsen (Ed. University of Pennsylvania Press, 2011) que, aunque tratan de los aspectos técnicos de la construcción de todo tipo de hornos, dedican una parte importante al estudio de la cocción con leña.
¿Cuáles son los motivos que hacen optar a un ceramista contemporáneo por la cocción con leña? Cada ceramista tiene sus propios condicionantes según el tipo de producto que desea realizar y los medios de que dispone. Sin embargo, las razones no son siempre de tipo técnico, interviniendo frecuentemente factores que son difícil de explicar y entender desde fuera del ámbito de la cerámica artística.
La cocción con leña permite la obtención de efectos específicos como los recubrimientos conseguidos con la deposición de cenizas en la superficie de las piezas durante largos ciclos de cocción, la gran variedad, e incertidumbre, de tonos y efectos decorativos conseguidos con la conjunción de las vigorosas llamas directas, las cenizas y la atmósfera, frecuentemente reductora, de estos hornos.
Pero sobre todo permite al ceramista “acompañar” la cocción alimentando el horno, oyendo el crepitar de la leña, modificando registros de aire y tiro en función de la atmósfera y de los efectos deseados, y haciendo de la cocción, en definitiva, no una etapa automática que se limita a la carga, programación y arranque del horno, sino una etapa importante del proceso de manufactura de piezas únicas. Aunque pueda parecer sorprendente, esta “mística” de la cocción con leña, de la cercanía a la materia transformada por el fuego, es un poderoso reclamo para el ceramista.
Los hornos de leña pueden funcionar bien para cualquier tipo de producto artístico cerámico, aunque se emplean mayoritariamente para la elaboración de productos de alta temperatura, especialmente gres cocido sobre los 1280 ºC (*) y donde los efectos del fuego son más patentes y la gama de colores y tonalidades logrados con los esmaltes es sencillamente espectacular.
Por otra parte, cuando un ceramista opta por la cocción con leña debe enfrentarse al proceso de construcción de su propio horno. Puedo decir por propia experiencia, y por los testimonios de otros ceramistas, que la construcción del horno de leña es una de las más bellas etapas de creación y aprendizaje de la vida de un ceramista. Desde la elaboración del proyecto, el acopio de materiales, el aprendizaje de técnicas de construcción (un verdadero reto, en algunos casos), la superación de las dificultades, hasta la primera puesta en marcha del horno, el ceramista se enfrenta frecuentemente a sus propias limitaciones y a retos superables con el aprendizaje continuo.
El horno debe facilitar la rápida combustión de la leña en las condiciones (oxidantes o reductoras) que decidamos, conducir el calor de manera eficiente, es decir, con las mínimas pérdidas posibles, hacia las piezas que vamos a cocer y repartir el calor de manera homogénea en toda la cámara de combustión, evitando diferencias inaceptables de temperatura. Si el ceramista trabaja solo en su taller, debe estar diseñado para funcionar con ciclos relativamente cortos (para la cerámica artística) de 8 a 12 horas. Naturalmente si desea conseguir los bellos efectos de grandes deposiciones de ceniza sobre sus piezas debe realizar ciclos de varios días y entonces necesita un buen equipo humano para turnarse durante la cocción.
La cocción con leña es, en resumen, una respetada técnica de cocción de cerámica artística contemporánea frecuentemente empleada por ceramistas de todo el planeta que optan por situar la etapa de cocción en el eje de todo el proceso de manufactura.
Nota: En la cerámica artística contemporánea el gres se cuece con leña entre 1250 ºC y 1280 ºC. Sin embargo, algunos ceramistas que cuecen gres con hornos de gas o eléctricos adaptan las pastas y los esmaltes a cocciones a menor temperatura, entre 1200 ºC y 1220 ºC.