Conoce “Paisaje Invertido III”

La cerámica deja de ser un simple medio para convertirse en una estructura orgánica.

Paisaje Invertido III pertenece a la última serie desarrollada a partir de 2024, en la que se explora la construcción modular utilizando loza blanca como materia prima. La ejecución de esta obra se estructura en diversas fases técnicas, cada una de las cuales contribuye a la creación de una pieza final de precisión y alta calidad constructiva.

El proceso inicia en el plano digital, donde se lleva a cabo el diseño del prototipo mediante software de modelado 3D. Mediante el software se define cada parámetro del módulo con precisión milimétrica, estableciendo dimensiones exactas. Una vez finalizado el diseño digital, este se materializa mediante impresión 3D.

Con el módulo impreso, se procede a la fase de matricería. En esta fase, se producen varios moldes a partir de la matriz impresa, de esta forma se pueden producir en serie los módulos. Este proceso implica la aplicación de un riguroso control, en el cual se verifican las dimensiones y la integridad de cada copia.

Una vez que se cuentan con las suficientes reproducciones se inicia el montaje. El ensamblaje se realiza de manera cuidadosa y metódica, donde cada módulo se une con el siguiente de forma manual, siendo muy meticuloso para aseguran la continuidad y la alineación perfecta del conjunto. Durante esta fase, se utilizan herramientas de medición para comprobar que las conexiones se efectúan sin desviaciones, garantizando la integridad estructural de la pieza. Cada unión es analizada en detalle, ya que la correcta integración de los módulos es esencial para que la obra mantenga la coherencia de su estructura geométrica.

 Posteriormente, la pieza modular pasa a la fase de acabado superficial. En este momento, se aplica un trabajo manual minucioso, utilizando herramientas de metal que permiten un trabajo detallado. Se emplean espátulas de metal y cuchillas para lograr una superficie uniforme, eliminando cualquier imperfección y dotando a la obra de una estética que se acerca a la de un objeto industrial. La labor manual es crucial en esta etapa, ya que aporta el nivel de finura necesario para resaltar las líneas puras y la textura que caracteriza a la pieza.

Tras el acabado manual, la obra se somete a una primera cocción. Esta cocción inicial permite fijar las propiedades físicas de la pieza, preparándola para el siguiente tratamiento. Luego, se realiza un lijado con precisión quirúrgica que elimina cualquier imperfección superficial que pudiera quedar. Finalmente, se somete la estructura modular a una segunda cocción integral, la cual consolida el acabado final, garantizando la durabilidad y estabilidad de la obra a lo largo del tiempo.

En resumen, Paisaje Invertido III es el resultado de un proceso técnico complejo que integra el diseño digital, la impresión 3D, la elaboración de moldes, un ensamblaje modular riguroso y un acabado manual detallado. Cada una de estas fases es esencial para transformar la loza blanca en una estructura modular de precisión, evidenciando la perfecta sinergia entre tecnología y artesanía para la realización de esta obra.

Paisaje Invertido III se configura como un ejercicio de resignificación espacial, en el que el elemento arquitectónico de la celosía o módulo industrial es extraído de su contexto habitual para ser reinterpretado en el plano escultórico.

Al despojar a este elemento de su funcionalidad original, la obra se transforma en un símbolo de transición, evidenciando el potencial de metamorfosis inherente a los componentes estructurales.

El proceso de descontextualización abre un espacio para cuestionar la dicotomía tradicional entre lo construido y lo natural. En este sentido, la celosía o módulo industrial, concebido originalmente como un componente de orden y repetición en entornos industriales, se reconfigura como un recurso plástico capaz de generar nuevas relaciones entre forma, vacío y luz. La obra invita a replantear la percepción del paisaje, no como un escenario inmutable, sino como una entidad en constante reconfiguración, donde la rigidez de las estructuras se funde con la fluidez del espacio y la interacción de la luz.

El título Paisaje Invertido encapsula esta inversión de paradigmas: lo que una vez fue un mero elemento funcional se erige ahora como mediador entre lo efímero y lo duradero, entre la tradición industrial y la exploración artística. La pieza establece un puente conceptual que desafía convenciones, proponiendo una visión en la que la arquitectura trasciende su rol utilitario para convertirse en un medio de reimaginación del entorno y en una herramienta para repensar la materialidad.

En definitiva, Paisaje Invertido III invita a la reflexión sobre la capacidad de los elementos estructurales para trascender sus funciones iniciales y participar en un diálogo continuo con el espacio, configurando nuevas interpretaciones del paisaje en el contexto contemporáneo.

Paisaje Invertido III. Obra ganadora del 17º Premio Nacional de Cerámica "Ciudad de Castellón"

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